lunes, febrero 20, 2006

Sacerdotes gays: porqué decir existo


Como recordaran quizá, la semana pasada hablamos de la tragedia de aquello hombres católicos gays que deciden ser sacerdotes y negarse a sí mismos en aras de servir a quienes dicen representar a Dios en la tierra. En esta ocasión hablaré del mismo grupo de hombres, pero de otros, de quienes sí arriesgan perder seguridad, pero no su libertad, no su humanidad.

Escribe José Montero en Razones para la visibilidad:

"Dejemos que sean Dios Nuestro Señor y Nuestra Santa Madre la Iglesia quienes nos muestren hoy los motivos que el mismo sacerdote tiene para hacer justamente lo contrario: salir del zulo que le fabricaron para que ocultara el don sagrado de Dios, su homosexualidad, esa capacidad de amar con que el Creador le dotó. Para salir, manifestarnos y, por tanto, corresponder al don de Dios, la Santa Iglesia nos regala exactamente 15 razones. Hay más, que se resumen en estas, brindadas por el Magisterio y la Tradición eclesial, desde tiempo inmemorial. Tolle, lege:

1ª.- Amarás a Dios sobre todas las cosas. Por tanto, darás gracias a Dios manifestando a tus hermanos tu homosexualidad, don divino que adorna tu vida y tu sacerdocio.
2ª.- No tomarás el Nombre de Dios en vano. Luego no lo utilizarás para esconder ni esconderte. El nombre del Señor ha de pronunciarlo la persona que Él creó, no la que no existe.
3ª.- Santificarás las fiestas. Dios te ha modelado como fiesta: santifícate en la verdad.
4ª.- Honrarás a tu padre y a tu madre. Dios te hizo, tu madre y tu padre engendraron la maravilla que eres. Hónrales, muéstrales la verdad bella y buena que trajeron al mundo. No les deshonres disfrazando tu orientación sexual.
5ª.- No matarás. No te matarás. No matarás la orientación que Dios quiso regalarte.
6ª.- No cometerás actos impuros. Nada más impuro que avergonzarte del don de Dios que es tu homosexualidad. Sácala a la luz.
7ª.- No robarás. No robarás a tus hermanos gays y lesbianas la inmensa gracia de reconocerte, y que ellos puedan también hacerlo, como uno de ellos, para poder dirigirse confiadamente a ti, sin sentirse condenados como hasta ahora.
8ª.- No dirás falso testimonio ni mentirás. Ni te mentirás a ti mismo. Tampoco sobre tu orientación homosexual.
9ª.- No consentirás pensamientos ni deseos impuros. Nada tan impuro como el armario en el que estás, construido con represión y odio a la diferencia, querida por Dios.
10ª.- No codiciarás los bienes ajenos. He dicho bienes. Conténtate con el tuyo, que no es poco. Dios te dotó de una capacidad para amar. Utilízala. A quién ames, es lo de menos.
11ª.- Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar. No puede celebrar misa entera sólo media persona, cercenada tu dimensión sexual y afectiva.
12.- Confesar los pecados mortales al menos una vez al año, y en peligro de muerte, y si se ha de comulgar. ¿Pecado mortal? Renegar del don de Dios que es tu homosexualidad.
13.- Comulgar por Pascua de Resurrección. Pidiendo al Dios de las misericordias por tu propia Resurrección y la de tus hermanos y hermanas lesbianas y gays.
14ª.- Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia. Jamás abstenerte ni ayunar de compartir corazón, amor, don del Señor Jesús.
15ª.- Ayudar a la Iglesia en sus necesidades; como la necesidad del momento presente, en que ella necesita que sus hijos gays sacerdotes y obispos den la cara por sus hermanos laicos homosexuales, mujeres y hombres que han de aprender a vivir el don de Dios, su orientación afectiva y sexual.

Estas quince razones se encierran en dos:

• Amarás a Dios sobre todas las cosas. • Amarás a tu prójimo como a ti mismo."

Creo el primer punto se puede aplicar a cualquier orientación: ¿porqué un sacerdote heterosexual debe guardar celibato a fin de cuentas? Esa invención tardía - del siglo XII - sólo tiene un propósito: controlar a través de la sexualidad la mente de los sacerdotes, y de paso mantener las riquezas de la iglesia. Y vale recordar lo que dijimos antes: el cuerpo es puerta de la sabiduría de Dios en nosotros. Como a Dios, al cuerpo no lo podemos callar, porque los dos siempre nos dicen la verdad.

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