jueves, octubre 19, 2006

Por fin empieza cierta autocrítica...

Guadalupe Loaeza


¡Urge autocrítica!

Ayer me llamó Sofía, se escuchaba sumamente agitada. "Ahora sí ya no entiendo nada", decía una y otra vez. Hacía tiempo que no tenía noticias de mi amiga. La última vez que la vi fue en el Zócalo. Como yo, ella también había ido a la Convención. "¿Qué es lo que no entiendes?", alcancé a preguntarle en medio de su intenso monólogo. "No entiendo los resultados de las elecciones del domingo pasado en Tabasco. No entiendo por qué el PRI ganó con 10 puntos de diferencia sobre el PRD. Bueno, en realidad, sí entiendo; y eso es precisamente lo que me preocupa. Tenemos que ser autocríticos, de lo contrario, o vamos a desaparecer como opción política, o podemos enloquecer por estar negando una realidad. Independientemente de la compra del voto que hizo el PRI y de todas las violaciones electorales en las que incurrió, esos 10 puntos de diferencia nos están diciendo algo que no queremos ver. ¿Por qué a los que apoyamos el movimiento de AMLO nos costará tanto trabajo ser autocríticos? ¿Por miedo a que los más radicales nos tachen de traidores? ¿Porque tememos quedarnos totalmente desamparados? ¿Porque no tendríamos en quién creer? Si no somos autocríticos no hay posibilidad de corregir nuestros errores. Me temo que a los de izquierda no nos gusta ser autocríticos. Nos cuesta trabajo. Estoy segura de que, en estos momentos y viendo el fracaso de Tabasco, muchos de los militantes del PRD se han de sentir sumamente frustrados y hasta enojados con AMLO. ¿Qué tanto habrán influido en Tabasco las acciones de la resistencia civil, es decir los plantones del Paseo de la Reforma y el autonombramiento de un Presidente legítimo? No lo sé. El caso es que los que votamos por AMLO ya no entendemos nada. Estamos asustados. Nos da pavor que su movimiento nos lleve entre las patas y que, poco a poco, la izquierda pierda legitimidad. Me siento desamparada, porque no entiendo lo que está haciendo AMLO. Y, por otro lado, si trato de entender, no me gusta lo que entiendo...".

Era la primera vez que Sofía manifestaba sus dudas respecto a López Obrador. Era la primera vez que cuestionaba a su líder, el mismo que había seguido con tanto fervor desde que se había lanzado como candidato por la coalición Por el Bien de Todos. Y era la primera vez que la escuchaba tan decepcionada de su partido con el que simpatizaba desde 1989. Pero lo que más me inquietaba era el pesimismo de Sofía en relación al porvenir de la izquierda mexicana. No es que ella se asumiera como tal, ni tampoco que entendiera a cabalidad lo que realmente significaba ser de izquierda, pero lo que la aterraba era la derecha, o lo que para ella era ser de derecha: la doble moral, la intervención de la Iglesia y la absoluta falta de sensibilidad social. También le aterraba todo lo que había leído acerca del Yunque y la posibilidad de su influencia en el interior del nuevo gobierno.

"¿Quieres que te confiese algo?", me preguntó Sofía de pronto. "Desde que AMLO se autonombró Presidente legítimo, vivo en una absoluta esquizofrenia. Porque, así como levanté el brazo de convencida el 16 de septiembre, cuando nos preguntó a los que estábamos en el Zócalo si estábamos de acuerdo, así de rápido lo bajé a la vez que me preguntaba si no estaba cometiendo una locura al haberlo aprobado. Es más, mientras veía y escuchaba a Jesusa, que esa tarde era la responsable de evaluar los resultados de la votación, de repente sentí que me encontraba dentro de uno de sus sketches de El Hábito. Es decir que todo lo que estaba pasando en el Zócalo, tenía la impresión de que era de mentiritas. Y como también yo era de mentiritas, pues de mentiritas había alzado la mano. Desde entonces he estado viviendo esta terrible dualidad. Sé que me vas a reprochar el hecho de no habértelo comentado antes. ¿Sabes por qué? Por miedo a dejar de creer en lo que creía con tanta sinceridad y buena fe. Por miedo de dudar de mis propias convicciones. Y por miedo a la decepción. Además, me sentía enojada con mi candidato. Él me dejó plantada en el primer debate, me prometió 10 puntos más arriba respecto a las encuestas, jamás me preguntó si estaba de acuerdo con el plantón en el Paseo de la Reforma y hasta la fecha no he visto las pruebas contundentes de un fraude electoral. Por eso ahora más que nunca pienso que aquellos que simpatizamos tanto con el PRD y que creemos en la causa, tenemos que ser autocríticos y pedirle a AMLO que también lo sea. ¿Qué tan positivo será realmente para el movimiento y para el partido que se ponga la banda presidencial el 20 de noviembre? Por un lado siento que es un error garrafal y, por otro, me digo que tal vez sea parte de un proceso político muy importante. Me da pavor lo que pueda suceder esa tarde en el Zócalo. ¿Qué tal si Jesusa se disfraza de Benito Juárez y es ella misma la que le pone la banda? ¿Qué tal si ese día mandan a un grupo de porros y todos comienzan a chiflar justo en el momento de la toma de protesta? ¿Te imaginas las burlas, los comentarios de los analistas políticos, las críticas de sus adversarios, las caricaturas, los encabezados de los diarios al otro día y las notas de los corresponsales extranjeros? Me pregunto si todos, todos los perredistas están de acuerdo con esta iniciativa. Después de esto, ¿qué le va a pasar a la izquierda mexicana? ¿Se irá debilitando, dividiendo al punto de resquebrajarse por completo? Y después, ¿con qué armas vamos a poder combatir a la derecha? ¿Con qué argumentos vamos a defender el movimiento? Y por último, ¿en quién carajos vamos a creer los que votamos por AMLO? ¿En Espino? ¿En Abascaaaaaaaaaaaaaal?", me preguntó Sofía con tanta vehemencia, que hasta me asustó. Su voz se oía, aparte de fuerte, muy angustiada. Por un momento hasta se le quebró, pero se contuvo. De pronto se escuchó un silencio.

"Sofía, ¿estás allí?", le pregunté. "Sí, aquí estoy. Y me siento muy culpable por haberte dicho todas estas cosas... Tú comprenderás que, a estas alturas del partido, no puedo claudicar. No puedo hacer mutis... ¿Te imaginas en lo que me convertiría en cinco años? No me lo perdonaría jamás. Pero, ¿verdad que debemos ser autocríticos? ¿Verdad que AMLO también tiene que serlo en relación con lo que sucedió en Tabasco? Tiene que admitir que ha cometido muchos errores. No puede seguir cometiéndolos. No nos puede decepcionar, como nos está decepcionando. No puede destruir todo lo que ha ganado la izquierda... México no puede prescindir de la izquierda, porque se le vendría encima toda la derecha. No lo podemos permitir. Dime por favor qué hago, ¿voy o no voy el 20 de noviembre al Zócalo?"

No supe qué contestarle...


Correo electrónico: gloaeza@yahoo.com

2 comentarios:

humantree dijo...

Bravo por la Sra. Loaeza!
Cuando 'su amiga Sofía la llama' las cosas adquieren perspectiva. Yo sabía que le quedaba todavía algo de juicio crítico. Me pregunto, ¿cuánt@s se sentirán así?, y... ¿tendrá razón en eso de que la izquierda teme a la autocrítica? Porque así parece. Por otra parte, aunque si bien parece la más organizada, ni todo el PRD es izquierda, ni toda la izquierda es el PRD, afortunadamente.
Siguiendo con los columnistas cercanos al 'Presidente Légitimo', ¿ya viste que Federico Arreola está fuera de Mileno? Otro que perdió perspectiva...
Como siempre gracias.

Unknown dijo...

¿Sabes qué es lo que más me molesta de esta columna de Guadalupe Loaeza?
Que cuando se le dijo, preguntó, conminó, y exigió a que pensara detenidamente en las barbaridades que estaban saliendo por su boca -como en el caso de otros muchos en la misma posición de ella-, y que con tanta soltura las esparció al viento; solamente atinó a decir en múltiples ocasiones y por los medios a su disposición, que su causa era justa, y tácitamente, al igual que muchos otros "pseudo-intelectuales" -quienes dejaron de serlo automáticamente cuando abandonaron su posición autocrítica- señalaron que los que estabamos en contra de las aspiraciones presidenciales, vitales y honestas de Andrés Manuel López Obrador, pertenecíamos a la caterva de insanos ciudadanos engañados por la derecha en el país. Que todos eramos -y perdona pero no recuerdo el término exacto- (ah, sí, "facíficos"), que habíamos ayudado a que México retrocediera décadas, y demás descalificaciones y etcéteras.
Muchos fuímos los que les subrayamos a ese nutrido grupo de intelectuales de café -como la propia Guadalupe Loaeza- que no era posible que hicieran ese tipo de declaraciones, que no todos habíamos votado por Calderón y Cía., que eramos apartidistas, que no creíamos en su "caudillo", que el gobierno es en realidad "el enemigo histórico del pueblo" ¿Qué nos respondieron? ¿No alentaron con su omisión parte de la polarización que sufre actualmente la sociedad? ¿No otros autores, escritores y analistas, les pidieron un poco de autocrítica? Por ejemplo, ¿Qué respondieron a la carta de Cárdenas en el Zócalo de la Ciudad de México? ¿No un alud de abucheos, insultos y demás? Yo no creo en Cuatemochas, ni nunca lo he señalado como un adalid de la democracia, es más desconfío ampliamente de él, y de muchos como él; pero en sus palabras había cierto llamado a la cordura Sin embargo, ¿Alguien de los mencionados anteriormente dijo algo?
Otro escritor por allí dijo algo muy cierto: Después de cierto tiempo, esos que no hablaron para señalar o mostrar algo de autocrítica, por miedo o autocensura, terminarán clamando por ella -cita no textual-
¿No es acaso éste, un caso claro de dicha tendencia pronosticada?
Claro, no se le puede pedir mucho a la señora Guadalupe -quien es la cara contraria de su hermana, Soledad, que sí piensa un poco más y detenidamente las cosas- escritora que sólo reflejó en un par de obras su propia realidad y me refiero al texto que la sacó de las sombras: Manual de la Gente Bien
Ahora, que diga que una tal Sofía vino y le contó, ¡Por favor! transferencias primitivas no. Es burdo el papel de expiación que trata de alcanzar a través de la supuesta interlocutora. Es tan claro que es ella, todo para terminar con un contundente: "No supe qué contestarle..."
Ahora va a querer iniciar con sus baños de pureza y con el típico "Yo creí que,,,"
No amiga, no creas.