lunes, septiembre 03, 2007

Otro extraño "suicidio" en el Vaticano


Hoy se anuncia que un cadete policía del Vaticano murió de un disparo en la cabeza en un aparente "suicidio" dentro del baño de su cuartel, y según funcionarios vaticanos se mató por un rompimiento con su novia... Lo más extraño del caso es que no es la primera vez que sucede. La última vez fue en 1998, cuando otro cadete mató a su comandante, a su esposa y luego se suicidó. El joven, Alessandro Benedetti, tenía 26 años.

Jesús López escribe sobre lo sucedido en 1998 en su libro El día de la cuenta. Juan Pablo II a examen:

Masacre en el Vaticano

El 4 de mayo del 98, poco después de las nueve de la noche, en el apartamento del nuevo comandante de la Guardia suiza, aparecen tres muertos encharcados en sangre: el comandante Alois Estermann , su mujer Gladys Meza y el vicecabo Cédric Tornay . El macabro hallazgo lo hace una religiosa que vive en el piso inferior. Su identidad no se da a conocer.


Joaquín Navarro Valls (portavoz vaticano), Giovanni Battista Re (sustituto de la Secretaría de Estado) y Pedro López Quintana (asesor para asuntos generales) aparecen en el lugar del suceso. Por el apartamento van y vienen prelados, funcionarios y guardias. Llegan también tres dirigentes del Cuerpo de Vigilancia (la policía del Estado vaticano): el inspector Camilo Cibin , el primer superintendente Raúl Bonarelli , y otro.


La confusión es enorme: “Alguien ya se ha encargado de hacer desaparecer cuatro vasitos posados sobre una mesita, y alguien más ha trajinado en torno a los cadáveres. Llega un funcionario del Governatorato [1] con una Polaroid y fotografía la escena, pero esas fotos desaparecerán y serán sustituidas por otras sacadas más tarde por un fotógrafo de L’Osservatore Romano (estas últimas serán las oficiales, en las actas de la investigación vaticana)” [2] .


La policía italiana ni siquiera es informada del suceso: “Del Vaticano no ha llegado al gobierno italiano ninguna petición de colaboración”, dice el 6 de mayo el ministro del Interior Giorgio Napolitano [3] .Un policía italiano manifiesta: “¿Por qué no hemos intervenido? Allí dentro se ha armado un lío tremendo, han sucedido cosas extrañas, digamos particulares... Los colegas del Inspectorado vaticano (destacamento de la policía italiana en el Vaticano) se han enterado inmediatamente del triple homicidio, pero una vez llegados al lugar del suceso han sido invitados a quitarse de en medio. Es la primera vez que nos tratan así. Mucha prisa, demasiado nerviosismo, un vaivén de gente extraña jamás vista antes. Ni siquiera nos han dado las gracias. La cosa apesta” [4] .


Versión demasiado perfecta

Poco después de la medianoche, el portavoz vaticano informa en su comunicado: “ Los cadáveres han sido encontrados poco después de las 21 horas por una inquilina del apartamento contiguo, alertada por fuertes ruidos. Un primer reconocimiento superficial permite afirmar que los tres han muerto por disparos de arma de fuego. Bajo el cuerpo del vicecabo se ha encontrado el arma reglamentaria del mismo. Las investigaciones están dirigidas por el juez único de la Ciudad del Vaticano, abogado Gianluigi Marrone, el cual ha dispuesto la inmediata práctica de la autopsia, que será llevada a cabo mañana por la mañana, en el Estado de la Ciudad del Vaticano, por los profesores Piero Fucci y Giovanni Arcudi , asesores médico-forenses de la dirección de los Servicios Sanitarios del Vaticano. Los datos hasta ahora existentes permiten suponer un arrebato de locura del vicecabo Tornay”.


Según el portavoz, el vicecabo Tornay , hacia las 21 horas, se habría presentado en el apartamento del nuevo comandante de la Guardia suiza y “en un momento de locura” habría matado con la pistola de ordenanza al matrimonio Estermann , después se habría suicidado: “el Vaticano tiene la certeza moral de que los hechos se han desarrollado así”.


Por tanto, antes de que se hiciera la autopsia, antes de que se completara la necesaria investigación sobre el lugar del suceso, antes de que se realizaran las necesarias pruebas periciales, antes de recoger los pertinentes testimonios, el portavoz vaticano difunde una “verdad”, basada en una “certeza moral”, que condena al vicecabo ya desde el comienzo.


El capellán del Cuerpo Alois Jehle, que ha asumido la función de comandante, reúne a las siete a toda la Guardia Suiza en el patio de armas y repite la versión oficial de los hechos. Finalmente les ordena prestar un especial juramento: no deberán contar nada que pueda poner en dificultad al Cuerpo ni a la autoridad judicial vaticana [5] .


Poco después, en conferencia de prensa, el portavoz vaticano descarta cualquier trama sentimental: “Ha sido un gesto de locura, un imprevisto arrebato del vicecabo Tornay ”. El portavoz dice que los tres cuerpos “estaban vestidos”, pero no precisa cómo; habla de choques por razones disciplinares del joven suboficial con el coronel Estermann , presenta a Tornay como un soldado rebelde dedicado a “sistemáticas infracciones disciplinares”, hasta el punto de que “el 12 de febrero pasado el coronel le mandó una carta de amonestación, corrigiéndole de modo cortés pero firme: Tornay una noche no había vuelto al cuartel”.


El portavoz habla también de una medalla que Estermann le habría negado a Tornay y de una “carta de despedida” que hacia las 19’30 (hora y media antes del delito) Tornay habría entregado a un compañero. La carta ha sido entregada al juez Marrone, el cual a su vez la entregará a los padres del joven.


Así pues, la versión oficial no ha esperado a los informes de la autopsia: “Los datos de la autopsia no cambiarán esta explicación, que es mucho más que una hipótesis”, dijo el portavoz [6] .


Corrado Augias , en el diario italiano La Repubblica, comenta que la versión del portavoz vaticano es “demasiado perfecta”: “Demasiado esmeradas sus respuestas, demasiado rápidas, demasiado completas, demasiado unívoco el cuadro que dejan emerger. Cédric mata a los esposos Estermann y luego, víctima de su propio impulso, vuelve el arma contra sí mismo. Al caer esconde con el cuerpo la pistola; basta girar el cadáver para tener la prueba inatacable de que los hechos se han desarrollado exactamente de ese modo: un doble homicidio seguido de suicidio. Puede incluso que ésta sea la verdad, pero de momento queda la sospecha de que se trate de una reconstrucción demasiado perfecta. En tantos suicidios el arma es encontrada incluso a varios metros de distancia del cadáver porque los movimientos descompuestos de un hombre que acaba de matar y que se va a matar dan lugar a reacciones incontroladas, bien conocidas por los investigadores; tanto más si ese hombre es presa de un arrebato de locura” [7] .


“Hay otro elemento que no encaja”, dice Francesco Grignetti en el diario italiano La Stampa: “¿Por qué el cabo asesino habría matado también a la mujer del coronel? Uno que tiene la intención de matarse no se preocupa de los testigos” [8] .


Además, todo se desarrolla en pocos segundos, se comenta también: “Quiere decir que ha disparado una persona (¿o más?) muy experta en matar. Es difícil, condenadamente difícil, matar y matarse con tan fulmínea precisión, sin que ninguno quede herido agonizando sobre el pavimento, arrastrándose hacia un teléfono, pero qué: los tres fríos y secos al instante, como en una fotografía” [9] .


El 6 de mayo el antiguo comandante de la Guardia Suiza, coronel Roland Buchs , llamado urgentemente por el Vaticano, asume interinamente (hasta el 30 de julio) el mando del Cuerpo. Por orden suya, esa misma mañana “los tres féretros fueron colocados uno junto a otro” en la pequeña iglesia de San Martín y San Sebastián, lo que parece “un desafío a la Secretaría de Estado”.


El 8 de mayo, el coronel Buchs firma un comunicado (en tres lenguas) en el que expresa implícitas reservas sobre la versión oficial: “El hecho que ha provocado este gran horror sigue siendo misterioso. Sólo Dios conoce la respuesta a nuestras preguntas”. El portavoz vaticano rechaza difundir el comunicado del coronel , lo que es interpretado como una orden precisa de la Secretaría de Estado [10] .



[1] Sede de la administración que gobierna la ciudad del Vaticano.

[2] DISCEPOLI, 12.

[3] La Repubblica, 6-5-1998.

[4] Il Giornale, 6-5-1998.

[5] Ib., 19.

[6] ABC, 6-5-1998.

[7] La Repubblica, 6-5-1998.

[8] La Stampa, 6-5-1998.

[9] Paolo Guzzanti, ibidem.

[10] DISCEPOLI, 31 y 34.

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